11.

Al trabajo, no falto nunca. Increíblemente llego siempre temprano -siempre somnoliento, invariables ojeras-. Lorena como recepcionista entra media hora antes. Cuando me abre la puerta hace muecas de qué cara que llevas chaval.
La libertad debe parecerse a esto. Tener horarios sólo de lunes a viernes, sólo de nueve a seis. Fuera de este tiempo nada planifico. No sé qué haré mañana. No me interesa. No sé si me afeitaré o me cortaré el pelo, si iré al super o plancharé la ropa. Beber seguramente, acostarme tarde es muy posible, sexo si hay suerte. No haré promesas, eso seguro, no estableceré compromisos, ni siquiera amistad.
La libertad quizás no se parezca a esto.
Recuerdo cuando terminé EGB. Pensaba en cuántas cosas haría si volviese a atrás con la experiencia de ese momento. Tantas veces he regresado a esa idea. Me pregunto dentro de cuántos años querré corregir este tiempo.
Quizás es simplemente la crisis de los treinta. El afán de volver a la irresponsabilidad adolecente. Peter Pan.
¿Arreglaría mis problemas con dinero? ¿Un buen montón de dinero? Gano 1028 euros al mes. Pago 260 de piso, poco más de 20 del móvil, unos 40 para el metro. No tengo grandes gastos fijos. En realidad me sobra el dinero. Además ¿tengo problemas? ¿Cuáles son mis problemas?
Quizás es la evasión lo que se parezca a esto. Pero evadirme de qué. ¿Será esto la felicidad? ¿Hacer de la diversión una rutina? ¿En verdad me divierto? Follar, beber, bailar. Drogas no, no me gustan, rock and roll tampoco.
Es idiota el culto a Baco. Tanto como lo contrario.
No creo en la exaltación de la virtud.
No creo en la exaltación del vicio.
¿Soy feliz?
No lo sé.
No sé ni si lo intento.
Vivo como sé.
Como puedo.