3.

Los viernes salíamos a comer en el trabajo. Era una especie de tradición de la que fui informado el día que tuve la primera entrevista. Después de leerse mi currículum y comentar un par de cuestiones -¿Por qué te fuiste del hospital aquel? ¿Cuáles son tus defectos como trabajador? ¿Por qué no terminaste la carrera?- Albert me informó de la comida de los viernes.
El primer viernes Lorena se sentó a mi lado. Hablamos de cine. Ella era fans de los coreanos, chinos, tailandeses, yo reía hablándole de Jackie Chang y Jet Li. «¿Qué es una peli de chinos si no hay patadas?» Citaba con soltura nombres que no me sonaban de nada, Park Chan-wook, Zhang Yimou, Pen-Ek Ratanaruang. Introspección. Películas en que no pasa nada. Largos planos en silencio sobre bosques de abedules. Paisajes Zen.
- Y en versión original, claro.
- ¿Chinos hablando chino?
- Y coreano…
- ¿Chinos hablando coreano?
- Chinos hablando chino, coreanos hablando coreano, tailandeses hablando…
- Ya lo entiendo, igual es más sencillo Jet Li, todos hablando inglés, todo doblado, todos contentos.
Se aparta el pelo de los ojos, suele hacerlo. No llega a ser un tic, no es molesto. Supongo signifique algo. Un psicólogo agudo quizás pueda sacar todo un perfil de un detalle así: Lorena González, habla de chinos y se aparta el flequillo de los ojos. Un par de años más tarde se cortará el pelo y aún le quedará ese ademán, una vaga caricia en la frente. Entonces será más difícil de interpretar. El psicólogo agudo podría confundir el gesto con deseos de apartar pensamientos hostiles, ligeras cargas mentales. Buscará más pistas, uñas mordidas, tamborileo de los dedos sobre la mesa, la manera de encender un cigarro. Nadie recordará aquel flequillo rebelde.