43.

La esquina de la barra está llena de vasos, botellas, tazas de café sucias. Se ve que ha habido faena, ahora hay poca gente. Xamantha seca copas. Cuando me ve entrar su cara dibuja una sonrisa preciosa.
- Creía que no vendrías más
Hago una mueca alegre, me siento en la banqueta, pregunto por qué.
- No lo sé, hace tanto que no vienes… ya andaba buscándome otro novio – dice en tono ligero.
Lleva una blusa verde escotada y un pantalón ceñido que resalta sus curvas
- Algún día tendrá que pasar.
- ¿No te importará?
- Moriré de pena – digo y soltamos al unísono una carcajada.
Miro mis zapatos. Necesitan una limpieza y cordones nuevos. Un tipo con traje y zapatos sucios siempre parecerá un pobre diablo.
- Pensaba que ya no te gustaba –dice.
- Tienes espejo en casa, ¿crees que puedes dejarle de gustar a algún hombre?
- No me respondes.
- Me sigues gustando, siempre.
Deja sobre la barra la copa y el trapo, sale, se abraza a mí con fuerza, pegando todo su cuerpo al mío. Mete su lengua en mi boca. Después de unos segundos se separa.
Bienvenido, dice.