- Lo ha suspendido todo… no sé qué más hacer.
Intenta sonreír pero le sale una mueca preocupada.
- Tú tampoco eras buena en la escuela.
- Yo aprobaba.
No conozco a su hija. Recuerdo vagamente alguna foto. Una niña con coletas. Riendo. Dulce. No puedo imaginarla como una adolescente conflictiva.
- Y pronto traerá a los novios – digo.
- Déjalo, no quiero ni pensarlo.
- Y llegarás a casa y estarán follando en el sofá.
Ríe, se atraganta con la cerveza, tose. Hace un gesto de que me calle. La gente nos mira.
- Tendrás suerte si no te la dejan embarazada.
- No seas cabrón – dice más seria.
Le pido disculpas. «Perdona, era una broma.»
- Cada día entiendo más a mi madre – dice.
- Es el karma
Está preocupada. Nunca la había visto así. Solíamos comentar temas más ligeros. No llamas a un amante para explicarle cosas de tu hija. Hace unos días Rodríguez me hablaba también de su chico de 8 años que ha decidido comer sólo pasta y croquetas de pollo. Me hacen sentir mayor este tipo de conversaciones.
Termina su copa de vino. Yo hace un rato he acabado el cubata.
- Se está bien en este bar - digo mirando alrededor.
- No está mal – responde.
Queda en silencio, pensativa. Mira las fotos que adornan el sitio. Tres láminas enormes en las que un negro de labios abultados y dientes blanquísimos canta y toca un piano.
- Hoy Marta está con su padre – dice Neus- ¿quieres venir a casa?
Intenta sonreír pero le sale una mueca preocupada.
- Tú tampoco eras buena en la escuela.
- Yo aprobaba.
No conozco a su hija. Recuerdo vagamente alguna foto. Una niña con coletas. Riendo. Dulce. No puedo imaginarla como una adolescente conflictiva.
- Y pronto traerá a los novios – digo.
- Déjalo, no quiero ni pensarlo.
- Y llegarás a casa y estarán follando en el sofá.
Ríe, se atraganta con la cerveza, tose. Hace un gesto de que me calle. La gente nos mira.
- Tendrás suerte si no te la dejan embarazada.
- No seas cabrón – dice más seria.
Le pido disculpas. «Perdona, era una broma.»
- Cada día entiendo más a mi madre – dice.
- Es el karma
Está preocupada. Nunca la había visto así. Solíamos comentar temas más ligeros. No llamas a un amante para explicarle cosas de tu hija. Hace unos días Rodríguez me hablaba también de su chico de 8 años que ha decidido comer sólo pasta y croquetas de pollo. Me hacen sentir mayor este tipo de conversaciones.
Termina su copa de vino. Yo hace un rato he acabado el cubata.
- Se está bien en este bar - digo mirando alrededor.
- No está mal – responde.
Queda en silencio, pensativa. Mira las fotos que adornan el sitio. Tres láminas enormes en las que un negro de labios abultados y dientes blanquísimos canta y toca un piano.
- Hoy Marta está con su padre – dice Neus- ¿quieres venir a casa?