37.

¿Quién oscurece mis planes con razones vacías?
¡Ajústate el cinturón como un valiente, yo te preguntaré. Responde.
¿Dónde estabas cuando fundé la tierra? Dilo si es que sabes.
¿Quién fijó sus medidas? ¿Quién la midió con el cordel?
¿Dónde se apoyan sus cimientos?
¿Quién colocó la piedra angular mientras cantaban las estrellas del alba?

Son las tres y diecisiete minutos según el reloj del móvil. En la habitación de al lado, el tal X mata marcianos y chatea. Siento el sonido de los mensajes que entran, la música del videojuego, sus dedos machacando las teclas. En paraguay debe ser de día. Imagino habla con su madre, con su hermana, con alguna novia, quizás le pide que se quite la ropa y baile para él.
Soñé que curraba en una fábrica de comida. Una especie de cadena de montaje donde ensamblaban spaghetti. Por delante de mi pasaban platos con la pasta blanca y encima el tomate. Mi trabajo era añadir el queso apretando un botón. Sólo yo advertía que la situación era disparatada. A mi alrededor todos corrían estresados y daban ordenes. Desperté riendo. Por más que intenté volver al sueño - a veces consigo retomar un sueño como si fuera un video que has detenido- no lo conseguí.
Hace calor. Me pongo un pantalón, voy a la cocina a beber agua. El chaval tiene la puerta abierta. Lo saludo con un «ey»
- ¿Te molesta el ruido? ¿Le quito el sonido a esto?
- No, tranqui, da igual.
Salgo al balcón con el vaso de agua. Miro los patios, las ventanas cerradas, las antenas, la luna. No pienso en nada especial. Sólo disfruto la brisa de la madrugada. Regreso a la habitación. Cierro la puerta. Me quito el pantalón. Tirado en la cama continuo leyendo.

¿Qué camino conduce a la mansión de la luz y dónde residen las tinieblas?