Hay un tipo en el calipso bebiendo Macallan. Es raro. Nadie bebe ese wisky en un bar. Está sentado en el fondo. Solo. Es viejo y lleva un mono azul de mecánico. Magenta está limpiando las mesas. Xamantha pone unos cacahuetes en un plato pequeño y los coloca delante de mí en la barra.
- Vienes muy poco, no sé si te prefería antes… bueno, prefiero ahora… no… no lo sé.
- Estoy cansado, estoy durmiendo bien estos días, tengo que aprovecharlo.
- Sé que vas a otros bares.
- ¿Si? ¿No puedo?
- Puedes pero antes no lo hacías. ¿Crees que me voy a enamorar de ti?
- No sé... no creo.
- Yo tampoco quiero nada serio. No me quiero complicar la vida, me gusta follar contigo, me da igual que andes con otras, no tienes que esconderte.
- No ando con otras, no ligo tanto.
- Tú sabrás.
Magenta entra al office que hay detrás de la barra. Cambia la música. Algún reggae cantado por una chica. Le cojo la mano a Xamantha y se la beso. Sonríe.
- ¿Qué día libras esta semana?
- Jueves.
- ¿Quieres ir al cine o algo?
- ¿Me vas a proponer matrimonio?
- No, es para meterte mano.
Entran dos chicas rubias hablando algún idioma raro, danés, sueco. Saludan en inglés, piden daiquiris de fresa. Xamantha va adentro a buscar una coctelera. Son guapas las rubias. Botas, minifaldas. Cojo el diario. Hay una entrevista con un chino que dice según Darwin el amor es consecuencia directa de la evolución.