48.

Llevo tres días con gripe. Un dolor punzante me atraviesa desde el ojo derecho hasta la parte de atrás de la cabeza. Garganta hinchada. Mocos. Espalda nudosa. Creo que me ha subido la fiebre.
El guiri entra y se pone a mi lado. Hola amigo, dice. Nunca está sobrio este cabrón, pienso.
- Hola superguiri.
Deja la mochila en el suelo, se frota las manos, dice algo sobre el calor.
- Ponme otro ron Xamantha, please, y lo que quiera al colega turista.
Corre hasta la puerta. Da un par de gritos. Dos rubios enormes cruzan la calle a saltos y lo abrazan con gran aspaviento. Intercambian besos, carcajadas.
Entran. Los presenta como sus friends from Sudáfrica.
Estornudo. Los guiris dicen bless you. Murmuro gracias y me sueno la nariz con un pañuelo.
- ¿Por q no te vas a casa? – me dice Xamantha en voz muy baja.
- Aquí estoy mejor.
- Vete a mi casa y métete en la cama. Yo iré luego y te haré una sopa.
Sonrío. Quieres drogarme y hacerme cosas malas.
El guiri cuenta cómo conoció a un tal García. Lleva puesto su Dead T-Shirt, esos días está histriónico, insoportable. Recita en inglés, baila, se sube sobre la silla, hace como si tocara guitarra. Todos lo celebran. Es un showman, un telepredicador, un artista de teatro callejero. Uno muy ruidoso.
Xamantha insiste en que me vaya a casa. Ya estoy mejor, digo. El alcohol es vasodilatador, me ayuda.
- Deberías dejarte cuidar.
- Sé buena, ponme otro ron, anda.