31.

Hay una nueva costumbre en Inventa. Los viernes, además de comer todos juntos, al terminar el trabajo, nos vamos al bar de la esquina a tomar unas de cervezas. Empezó hace tres semanas y ya se ha instituido. Conversaciones cruzadas. Todos hablando a la vez. Cine, fútbol, antiguos amores, programas de la tele, trabajo –hay quienes insisten en hablar de trabajo-. Una hora más tarde la gente se va marchando. Sobre las ocho sólo quedamos cuatro. Decidimos irnos.
Me dice Lorena que dónde ceno hoy. No tengo planes. Ella ha quedado con unas amigas «pero si quieres venir» «¿están buenas?» Están casadas, dice. No soy celoso, contesto.
Primero tiene que pasar por su casa a cambiarse. Me dice que suba y que tome algo. Nunca había estado. Es un piso pequeño. No lo imaginaba así. Tiene cierto aire hippie que ella no tiene. Alfombras, muñecos pequeños de terracota, incienciarios. Entra a su habitación, se quita la ropa sin cerrar la puerta. Lleva un tanga negro. Ey, que miras, dice. Sólo tus libros, sonrío. Curioseo en su librero. La biografía del Che, novelas de Kundera, Erich Fromm, poesía de Tagore. Sale con unos vaqueros y una blusa blanca. «¿nos vamos?» «nos vamos». Bajamos las escaleras abrazados, antes de abrir la puerta de la calle nos besamos en la boca, un beso corto, promesas para luego, caminamos al restaurante como si nada, era cerca, a tres calles, comida italiana.
Son tres las amigas de Lorena. No paran de hablar. Ríen estrepitosas. Las bromas son casi todas de doble sentido. Dos botellas de lambrusco, chupitos de limonchelo, carajillos de Baylis. La más lanzada intenta en broma seducir al camarero. El tipo se hace ilusiones y nos convida a otra ronda de chupitos.
Quieren irse a bailar a Luz de Gas. A mi me da igual. Han invitado al camarero. Lorena dice que esta cansada. La chinchan, dicen que es una vieja aburrida, que se quedará para vestir santos. Intentan convencerla. Al final deciden irse solas. «¿tú no vienes tampoco?» «yo acompaño a la niña, soy un caballero». Esperamos que cojan el taxi, nos despedimos con besos. Se marchan gritándonos ehhhh parejitaaaa no hagáis cosas malas. Caminamos abrazados hasta su puerta. «¿Subo?» «Si quieres.»