15.

He de limpiar, el guiri estuvo aquí un momento y dijo que en mi habitación era otoño porque estaban todas las hojas por el suelo. Dos ordenadores, la pantalla de uno de los ordenadores -un TFT de segunda mano-, la impresora, cables de red. Ropa sucia, calcetines, calzoncillos, CDs, condones, un par de botellas de vino, la biblia del abuelo, media botella de Macallan. Y las hojas. Papeles. Cientos de papeles. Nóminas antiguas, declaraciones de renta, certificados de estudio, diplomas del cole, un par de fotos de mi madre impresas a 10 x 8 centímetros, hojas enteras de periódico que no sé por qué guardé y al revisarlas no encuentro nada interesante en ellas. Recortes con fotos de Capa, Bresson, Man Ray, Newton, Arbus, Salgado (aunque no me gusta Salgado), Avedon. Fotos mías impresas, apuntes con encuadres ideales, bocetos de cuadros –yo que nunca he pintado-, mis libros de Taschen –Klimt, Modi, Caravaggio, Miguel Ángel, Rodin, Freud, Schiele- Más trozos de diarios con artículos que me interesaron.

A veces reviso mis papeles y no encuentro ninguno imprescindible pero no me atrevo a deshacerme de nada, nunca lo he hecho.

Cuando sé que vendrá alguien suelo recoger, meter todo en el armario y debajo de la cama sin orden, después vuelvo a esparcir. Hace meses, cuando salía con esperanzas de ligar, acomodaba y limpiaba. Ahora ya no. Era frustrante regresar solo y verlo todo recogido, era constatar la derrota. Como regresar de la guerra y ver tu pueblo convertido en cenizas humeantes. Ahora si vuelvo con alguien aparto la mierda al entrar, le digo que me acabo de mudar o invento una excusa cualquiera.