63.

Coincidí varias veces en el Michael Collins con Carles. Es encargado de los camareros en un hotel de Poble Nou. Siempre andan con tres o cuatro de juerga. Son buena compañía. Beben fuerte. Tienen humor.
- Te veo un poco mal, nene.
- Estoy hasta la polla.
Le digo que me aburre el trabajo.
- Me aburre hasta mi puta vida.
- Cambiar de vida es complicado- dice, se lleva a la nariz el vaso de wisqui, teatral- de trabajo…
Dice que en el hotel buscaban un camarero «si quieres…»
Lo dijo en broma, supongo. Yo me quedé pensando. Había sido camarero años atrás, un par de temporadas en las ramblas.
El lunes llegué a Inventia y dije que me iba. Ya. No quiero dar los quince días. No puedo. Moriría de aburrimiento o le rompería la cabeza a algún idiota. Que me descuenten lo que quieran. Recojo y me voy. Se han asombrado, se han enfadado, ha venido el Rodri llamándome irresponsable
- esto ya sí que no tiene perdón ¿sabes?
Me chocó un poco. Casi consiguió que me lo pensara. No me importó. Era un 29 de abril. Hacía quince meses trabajaba con ellos.
Comienzo el miércoles en el Hotel Llacuna, de cinco de la tarde a una de la noche.
Nueva vida.
Otra vez.




FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA